La ceguera - relato

De su mano pendía un ramo de flores que había comprado en un puesto de la calle; de pie, rígida, sosteniendo la mirada hacia adelante, en un punto fijo, cualquiera. No tenía que sentir, no era necesario. Bastaba con aparentar. Una inesperada brisa rozó sus mejillas y la alteró; no estaba previsto que ocurriera, tenía que mostrar una imagen serena. Se arrodilló y con nerviosismo colocó el ramo en el jarrón de vidrio. Las nubes cubrieron el cielo y el viento soplaba con fuerza, en una complicidad irritante para Sara. Las flores se movían en el florero con agua sucia y algunos pétalos escaparon de las dañadas corolas. Había personas a su alrededor, se arrodillaban, caminaban, lloraban, susurraban el dolor de la pérdida consolándose entre ellas. Sara estaba sola, frente a la fría lápida gris y nadie la animaba; no tenían que hacerlo, porque no necesitaba gimoteos y abrazos pegajosos de fastidiosa sensiblería. Juntó las manos fingiendo rezar, necesitaba ...