Autorretrato - relato
El difícil y doloroso acontecimiento de nacer que a la vez es el milagro más perfecto, se presenta como el primer conflicto en la vida. Es una preciosa contradicción que se irá trasladando acompañándonos en el transcurso del tiempo por senderos más o menos espinosos.
Es mi caso, el miedo y la valentía, vaya contradicción. Ambos conviviendo, peleándose para ocupar todo el espacio de mi mente y de mi alma. Guerra es el término que corresponde a semejante invasión interna que combaten sin piedad y sin considerar los daños que me dejan. Deterioran mi casa interna, provocan destrozos, uno por el temor irracional consecuencia de dolores y pérdidas de las que nunca pudo recuperarse y el otro por avasallar, queriendo imponer cruelmente una voluntad ficticia que aún no tiene la suficiente estructura para sostenerse.
Finalizada la batalla, reina la tristeza con todas sus doncellas, se instalan sobre los escombros y lloran hasta el agotamiento. Es mediadora con su romántico espectro entre la vida y la muerte. Y otra vez, la presencia de aquella primera contradicción de la llegada al mundo, abandonando un útero rojo brillante y nutriente para deslizarse a una fría plataforma metalizada.
Despidiéndose la tristeza con su fino velo violeta, la dorada razón decide si algo obtuvo de esta nueva guerra. Y así me susurra desde lo más profundo sugiriendo nuevas formas de acomodar mi casa interna para que no haya más batallas que la destrocen. No debe prevalecer ninguna fuerza ni el miedo ni la exultante valentía, me dice alejándose. Y antes de marcharse me aconseja el equilibrio natural de la vida. Aquel que obtenemos al nacer.
Por lo tanto decido abrazar lo que prefiero de mí que es la inteligencia. Florece cada mañana al despertar, junto a mi mal humor al que domina con frialdad. Decido también apartar a la mentira a la que rechazo con toda mi voluntad. La detesto y aborrezco las consecuencias que deja en las personas, las humillaciones que les propone y la degradación a la que se someten por darle un lugar en sus vidas.
Con estas fórmulas que la razón y la inteligencia me regalan me dejo arrastrar por las noches a la atracción más reconfortante del día. La relajación y la libertad. Desperezarme ampliamente, soltar todas mis preocupaciones y ocuparme de lo que me gratifique. La noche es muy generosa, es silenciosa y me abre un portal sagrado real y onírico. Es en las noches cuando me comunico conmigo y hablo. Sí, hablo. Los problemas más difíciles, las desesperanzas más desoladoras y las viejas frustraciones tienen una solución o una nueva forma de encausarse. Existe claridad y esperanza en el diálogo conmigo y tiene lugar en las noches… en las noches mágicas.
Cuánto desearía poder vivir toda esta experiencia en el sur, en Ushuaia; se me escaparía el alma y me crecerían alas. Un lugar apartado del resto del mundo con un invierno eterno que permite el recogimiento y la observación de los extremos. La búsqueda del calor en el fuego. Los días grises convocan espíritus afines en los bosques, largas conversaciones, interesantes intercambios. La energía se concentra en un círculo y se expande. El pensamiento busca un refugio y se conecta con el sentir del alma, creando una nueva dinámica, diferente a la energía expansiva de los días cálidos.
Lo que los demás dirían sobre mí tendría que ser de acuerdo con la fase de mi personalidad que conocieran. Seguramente serían opiniones diversas. Por ejemplo un vecino del lugar donde vivo pensaría que soy una mujer reservada aunque gentil, pero poco sociable o quizás pase inadvertida.
Mi padre pensaba que era una mentecata y una penosa, así me lo hizo conocer cuando vivía.
Y si fuera un desconocido, lo ignoro, depende qué parte de mí quisiera mostrarle.
En definitiva, somos el resultado de la primera contradicción, que viviremos del mejor modo que podamos y nos permita el destino.
Claudia Lamata
MUY MUY buenos !!!!! Gracias por compartirlos ❤
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