Una nueva amistad
Alicia era una fanática de la lectura; el mejor paseo consistía en recorrer una vez a la semana las librerías de su barrio.
Entraba al local saludaba muy amablemente al agente de seguridad, intercambiaban comentarios sobre el clima y con una sonrisa terminaba la conversación al tiempo que sacaba de su bolso los lentes.
Caminaba entre las diferentes mesas, donde los libros estaban clasificados por autor y por género. Otras mesas impactaban la presentación de los Best Sellers y las novedades que muchas veces no eran tan buenas.
Con atención continuaba mirando los títulos que aún no había leído y cuando le interesaba alguno lo cogía con el mayor de los cuidados como si el texto fuera de porcelana.
Alicia amaba la literatura, los libros, la variedad de géneros, para ella todos tenían un mensaje que dar. Valoraba a los autores y leía las críticas. En su vida se abría un mundo paralelo que sabía incorporar y disfrutar.
Una tarde fría de invierno entró al negocio y después de los saludos acostumbrados y de sonrisas gentiles comenzó su recorrido como siempre concentrada, cuando una voz grave le hablaba algo ininteligible desde atrás.
Se volvió y no vio a ninguna persona cerca de ella, seguramente los empleados estarían hablando entre sí pensó. Cogió un libro que le interesó, pero nuevamente escuchó la misma voz, pero un poco más cerca. Alicia, ya un poco molesta miró hacia atrás y lo único que vio fua a un enorme gato sentado sobre unos libros de cocina que la miraba intensamente desde su cómodo lugar. Por un instante ambos sostuvieron las miradas y en el bello rostro del gato apareció una chispa de picardía en sus bellísimos ojos verde claro.
—¿No vas a responderme? Te pregunté dos veces lo mismo —dijo acomodándose en el libro de Doña Petrona.
—Pero … esto debe ser una broma —dijo Alicia acercándose y sacudiendo al gato para cerciorarse que era un peluche a cuerda, provocando que el animal emitiera un maullido agudo, propinándole un zarpazo.
—¿Quién crees que eres para zamarrearme tan agresivamente? Reaccionó el gato ofendido.
—¿Eres de verdad, hablas? —Alicia no salía de su estupor, dejó el libro y se frotó los ojos, quizás de tanto leer estaba alucinando.
El felino continuaba estirándose sobre los libros de Arguiñano, libros de recetas veganas, vegetarianas y postres.
Una empleada se acercó para ordenar unos volúmenes y Alicia sin perder el tiempo le preguntó sobre el gato, si pertenecía a la librería o estaba abandonado. La empleada se acercó al animal y acariciándolo le relató que Peludo, era así como lo llamaban por su abundante manto, un día había llegado y que nunca más quiso abandonarlos.
Alicia le sonrió y simuló seguir con la búsqueda de algún libro.
Cuando la empleada se alejó Peludo preguntó:
—Soy un buen gato con algunos años y estoy cansado de estar buscando un lugar donde quedarme. Necesito buena comida, una camita calentita y muchos mimos —dijo acercándose con pasitos cortos y poniéndose a su lado
—¿Por qué habría de adoptarte? pídeselo a otra persona, además nunca conocí a un gato parlante —respondió Alicia alterada y levantando a voz.
La vendedora se acercó y le preguntó si le ocurría algo al escucharla, pero ella se limitó a decir que solo estaba respondiendo una llamada. La empleada se retiró. Peludo y Alicia permanecieron muy juntos pensando como llegaría a ser esa convivencia.
Peludo la miraba con dulzura y con su cabecita le frotaba el brazo acompañado con un fuerte ronroneo.
Alicia por primera vez lo observó y vio a un bello animal, con un maravilloso manto y enormes ojo color esmeralda. El pelo brillaba y era de un color marfil. Era muy bello.
Alicia vivía sola, era viuda y su única compañía eran sus libros y su enorme biblioteca. Volvió a mirarlo sonriéndole.
—Si quieres puedes quedarte conmigo, pero respetarás mis reglas —exclamó Alicia.
—Soy un gato de palabra y tengo mi pequeño honor, ya verás como cuidaré de ti —dijo acercándose aún más.
Alicia eligió un libro al azar, a nivel de excusa para disimular. Pagó y salió del negocio. Peludo la siguió y nadie se dio por aludido que el gato de la librería se marchaba a un hogar que él había elegido.
Caminaron juntos, uno al lado del otro hasta llegar a la casa de Alicia.
Ella le preparó un rico menú compuesto de pollo asado con arroz, el que peludo devoró. Luego Alicia eligió un almohadón bien mullido con una mantita, Peludo comprendió que esa sería su camita hasta que convenciera a la humana para dormir en su cama.
Un tiempo después Alicia no cesaba de hablar de su hermoso Peludo y del amor que se tenían mutuamente.
Claudia Lamata
Comentarios
Publicar un comentario