Papá - relato
El pecho sube y baja cada vez que el aire entra con dificultad por tu nariz y sale por tu boca, en forma de pequeñas explosiones. Estás muy delgado, los huesos atraviesan la piel manchada de pecas marrones, las venas recorren tu cuerpo como racimos interminables. Y vos ahí, quieto. Tenés los ojos abiertos como si estuvieras mirando algo en el techo. Quisiera decirte muchas cosas aunque dudo que escuches, sin embargo tengo la necesidad de hacerlo. Acerco una silla y la coloco junto a tu cama. Te miro pero no te hablo. Veo un bolígrafo en la mesa de luz y se me ocurre que puedo escribir en vez de hablar. Mi cuaderno de notas… sí, siempre va conmigo. Lo abro y te estoy escribiendo ahora. ¿Me escuchás? Porque ya te estoy hablando. Escribo y te hablo: Te estás muriendo papá, lo estás haciendo a cada instante y miró hacia atrás y te veo con tanta vitalidad que brotaba de tu cuerpo, de tu espíritu. Te gustó la buena vida, la disfrutaste. No te privaste ...